Gabriel Sierra (Tatavasco)
Exposición de fotografía del 9 de junio al 6 de julio de 2020.
Si tuviéramos que materializar el significado de la palabra ARMONÍA y mostrar un lugar donde esta palabra existe, sin la menor duda, la MORAÑA abulense sería uno de esos lugares donde lo RURAL y lo NATURAL viven en estrecha ARMONÍA.
Situada en un entorno diverso y espectacular, esta comarca abulense se encuentra en el norte de la provincia de Ávila. Gran parte de la Moraña, forma parte de la ZEPA de “Tierra de Campiñas”, una de las más grandes de la RED NATURA 2000 de la UE. La Llanura Cerealista es un auténtico tesoro que rodea otros entornos ecológicos, que le dan una biodiversidad de gran importancia. Bosquetes islas, zonas húmedas compuestas por pequeñas lagunas y lavajos y un casco urbano mudéjar, compuesto por villas medievales como Arévalo y Madrigal de las Altas Torres, forman un conjunto de oasis ornitológicos donde es más fácil observar diferentes especies esteparias, forestales, acuáticas y urbanas en una única visita.
El cultivo centenario de cereal y leguminosas acompañados de eriales amapolados y barbechos, trabajados con respeto por agricultores amantes de su tierras y sus terrones, han conseguido que la población de aves esteparias (avutardas, alcaravanes y gangas ortegas entre otras) sea de importancia internacional. Los bosquetes de pinos (resineros y piñoneros) y encinas, vuelven a albergar parejas de nuestra amenazada águila imperial ibérica, junto con otras rapaces y córvidos. En las zonas húmedas, la observación invernal de grullas y ánsares y durante todo el año, diversas especies de anátidas y limícolas, enriquecen, aún más si cabe, esta comarca. Qué decir del casco urbano, con la huella humana en su estilo mudéjar, refugio de rapaces diurnas como el cernícalo primilla y nocturnas como la lechuza blanca y el mochuelo, pequeñas aves como los rápidos vencejos y golondrinas y los cada vez menos omnipresentes gorriones comunes y molineros. No menos importantes las arboledas rectilíneas, que surcan arroyos secos, pero que sirven en el invierno para albergar importantes dormideros de milano real y el corredor del río Adaja, la más grande masa forestal de nuestra comarca, pasillo natural de mamíferos y pequeñas aves en sus migraciones, y hogar de un gran número de especies de aves forestales de nuestro país.
Los colores del paisaje cambian con las estaciones de forma racional, desde el verde de la primavera hasta el amarillo del verano, y la ausencia de la montaña se rellena con cielos bellos y salidas y puestas de sol inolvidables. El visitante caminará por viñedos de verdejo, mares de cereal, ambientados por una banda sonora de calandrias y alondras perdidas en el alto del cielo, caminos y senderos de pastores silenciosos que pasean sus ovejas castellanas, que llevarán a nuestros ojos a ser agraciados con la observación de bandos de la gran y majestuosa avutarda.
Esta es la tierra donde el arte, la historia y la mística se han mezclado armoniosamente con la Naturaleza. Las aves inspiraron a escritores famosos como al fontivereño san Juan de la Cruz o personas célebres como el madrigaleño don Vasco de Quiroga allá en el lejano Pátzcuaro (México) e incluso a los Reyes Católicos, ya que el rey Fernando y la reina Isabel, nacida en Madrigal y educada en Arévalo, en la segunda expedición a las Américas enviaron un naturalista para la identificación de rapaces americanas para cetrería.
¡La Moraña original y auténtica todavía existe hoy!